viernes, 5 de septiembre de 2014

Un mes, qué bien suena. (+31, -283).


'La vida empieza al final de tu zona de confort'





Se me siguen llenando los ojos de lágrimas cada vez que me preguntan si echo de menos a mis padres (menuda pregunta, ¿cómo no los voy a echar de menos?) o qué cosas hacía con mis amigos. O cuando en latín aparece alguna palabra que es como en gallego y recuerdo algún momento en el que alguien la dijo sin saber cómo o porqué, me invaden las ganas de llorar. Pero estoy bien.
 Estoy bien y no miento, porque al fin y al cabo lo estoy. En estos 31 días he aprendido a ser más independiente, segura, fuerte. 
 Porque aquí no tengo todo el apoyo que tengo en casa, ni domino la lengua como para hablar delante de toda la clase, y estoy a más de 6000 km. de Boiro. A pesar de todo, me las apaño y no me va nada mal. Soy yo la que se planta delante de su consejero del instituto para cambiar una asignatura cuando el plazo ya está cerrado desde hace una semana y lo consigue, que ser estudiante de intercambio y echarle un morro terrible tienen sus ventajas, de verdad. Soy yo a la que preguntan cosas de oceanografía de las que no tiene ni idea pero improvisa una respuesta cualquiera, y lo consigue, ¡correcto! Y soy yo la que está tan lejos de casa, de su familia, de sus amigos; la que se ha alejado de su zona de confort para crecer y descubrir y encontrar y encontrarse. 
 Soy yo, el dónde y cuándo no importan; soy yo, y eso no se me va a olvidar, por mucho que me cueste no decir expresiones en inglés cuando hablo castellano, por mucho que haga nuevos amigos y viva cosas nuevas, por mucho que llore o ria. Soy yo, con todos mis pros y contras y nueve meses por delante.

 Los días pasan y me voy llenando de emociones, recuerdos, lecciones, de vida. De una nueva vida que yo misma me he labrado. No, esto no ha sido suerte, esto ha sido mucho trabajo, esfuerzo y dedicación año tras año. Han sido ganas de aprender y seguir creciendo día tras día, y lo he logrado.
 Porque esta no es una entrada de lamentos, no es una entrada melancólica en la que contar lo mucho que hecho de menos todo cuando la mayoría del tiempo no lo hago. Esta es una entrada para mí misma. Es más, hoy es cuando estoy al 100% segura de que esto no ha sido un error, de que me lo merezco, de que no han sido una serie de casualidades, de que no es una broma o un fallo. Esto es lo que me merezco. Yo misma me lo he ganado. 

 Me parecía especialmente importante contar esto. No sé el motivo, pero necesitaba decirlo, soltar todo lo que llevo dentro de una vez. Es increíble lo que se puede cambiar en 31 días. 





Quiero acabar esta entrada con una mención especial a Sandra 
(sí, aquí lo tienes, pesada). Muchas gracias por 
preocuparte tanto por mí, por mandarme 
notas de voz cantando lo mucho que me echas de menos, 
por todos los corazones y gatitos
enamorados que me mandas por WhatsApp.
Aquí lo tienes, pesada. Tu rincón 
en mi blog, escrito a 6.439,46 kilómetros de distancia.

Y feliz cumpleaños, abuelo. Te echo mucho de menos.





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