Ya sabéis que volví de Canadá el jueves, y tan pronto Mae nos dejó en casa, salimos volando al supermercado a comprar los ingredientes para hacer empanada y tortilla. Cabe destacar que no sé como hice pero me perdí dentro del Publix, aunque gracias a Dios me encontré. Cuando ya estaba a punto de meterme en cama, Annie me mandó un mensaje preguntándome que si quería ir a la piscina de su abuela el día siguiente, y aunque no tenía tiempo ni de coña le dije que sí. Viviendo al límite.
El viernes debería de haber dormido hasta las tantas para recuperame de tour, pero en vez de eso me levanté poco antes de las nueve y empecé a amasar y hacer la sarajallada- que no estoy segura de que se diga así, pero es la cosa que va dentro de la empanada, y que además se me quemó.
A las 12, Annie nos vino a buscar pero la muy parva se equivocó de hora y al resto les dijo que quedábamos a la 1, y también les dio la dirección equivocada, así que nosotras tres nos pasamos cerca de una hora riéndonos de ellos y disfrutando del sol. Cuando por fin llegaron todos, lo de estar de relax de acabó.
A las 3.30, Connor nos llevó a casa, y yo desde entonces hasta las 5.30 que empezaron a llegar mis amigas no paré de correr por la cocina porque no me daba tiempo. Cenamos a las seis, y luego vimos The Heat, una comedia con Sandra Bullock y Melissa McCarthy. En medio de la peli, como siempre tiene que pasar algo, me empezaron a dar unos dolores menstruales que me dejaron tumbada todo el sábado.
El domingo tuvimos el último concierto del curso. Estábamos en pie a las 6.45 y a las 7.30 Maelyn nos vino a buscar. Yo casi me muero, por culpa de el dolor y del cansancio. Este país y esta vida acaban con una. La actuación del primer servicio dio asco, pero no pasa nada porque tampoco había demasiada gente.
Nos hicieron un desayuno sureño a más no poder: bacon, biscuits, egg and sausage casseroles, grits... Como siempre, no me libré de que me imiten el acento, que cada vez que estamos todos juntos ya es tradición.
Luego cantamos en la misa de las once, y esa vez fue súper bonito y sentimental, porque también era la última vez para los seniors y el pastor, que se retira en un par de semanas. Al principio todos estábamos un poco preocupados, porque nuestra solista Lydia se había tenido que marchar a casa porque no se podía ni mantener en pie, así que Kinzy le hizo de suplente y lo bordó. Yo me quedé alucinando porque la voz que tiene esta niña de diez u once años no es normal.
Por la tarde Olivia y Connor me recogieron para ir a la iglesia, a la fiesta de jubilación del cura, aunque la verdad yo solo fui porque me quería despedir de ellos, que se iban de viaje a Francia y llegan a Estados Unidos un día después de que yo me vaya. La "fiesta" era una reunión de gente mayor con comida, así que nosotros, Renee, Annie, Angie y alguno que otro más nos metimos en una sala a hacer el tonto. Como resulta que descubrimos una app con la que puedes aprender idiomas, Annie decidió que va a hablar español en noviembre, y yo lo mismo con francés. Nos fuimos pronto porque ellos se tenía que ir a empaquetar.
Aún hoy sigo sin creerme que no vaya a verlos más. O sea, más este año. Los Huddleston fueron de las primeras personas que conocí nada más llegar, y ellos dos se han convertido en una gran parte de mi experiencia americana. Es duro, la verdad.
El lunes por la mañana, Ruta me vino a buscar con Sonia para ir al World of Coca-Cola. Ella llegó como dos horas tarde, pero no había mucha cola. Por si no teníais ni idea, CocaCola fue inventada en Atlanta hace un montón de tiempo, y para rememorarlo hay este museo enorme. Por cierto, aquí no se bebe Pepsi. Nunca.
La visita duró como dos horas, y allí dentró hicimos de todo. Yo me esperaba algo mejor, pero que para hacerlo una vez en la vida vale la pena. La mejor parte fue una tasting room, donde hay para probar refrescos de distintos países. Por ejemplo, de España había Aquarius.
Atravesamos el Centenial Park, donde se celebraron los Juegos Olímpicos en 96, y comimos en el Chick-Fil-A que hay en el food court de la sede de CNN. El edificio es enorme, e incluso tiene más edificios dentro. A las 3 el padre de Ruta nos devolvió a casa. Sinceramente Atlanta es una de las ciudades más bonitas en las que he estado. No es monumental ni lo que se consideraría una belleza clase estilo Londres o Roma, pero tiene un encanto que por lo menos a mí me hace sentir como en casa.
Centenial Park
El edificio de CNN por dentro |
El mall más raro del mundo
Íbamos a ir a Good Will a North Lake pero estaba cerrado. Cuando nos quedamos sin cosas que hacer me trajo de vuelta a casa. Fue la última vez que la veía porque ella se fue el Miércoles a Colombia. O sea, que otro adiós más, y este fue incluso peor. Isa fue la única que entendía lo que era ser nueva en un sitio desconocido, rodeada de gente extraña, otra cultura, otra idioma. Estábamos las dos muy perdidas, pero nos encontramos. En solo un semestre aprendimos a ver lo bueno de la vida en todos los sentidos, y a valorar lo que habíamos tenido. Y ahora estamos las dos en la misma: ni ella se quería ir de vacaciones ni yo me quiero volver...
El martes a las 11 y pico, Lee Cooke, mi ex-host mom me vino a buscar para ir a hacer los papeles de la convalidación. Antes de la una ya estaba de vuelta, así que decidí que era hora de hacer algo productivo con mi vida y quise empaquetar. Me puse a hacer Skype con mi madre para que me ayudara, pero al final y como siempre acabamos hablando de todo menos de eso.
Hannah no estuvo en casa en todo el día: trabaja como monitora de piscina de 9 a 11, luego se fue a hacer de nanny, y por la tarde tuvo que ir a organizar el swimming meet del vecindario. Nosotros fuimos a verlo después de cenar, y yo no tenía ni idea de que era, pero resultó ser una competición entre dos piscinas, que nosotros perdimos. Vi a Stella y su hermano Sam, lo que me sorprendió mucho porque no sabía que nadaban.
El miércoles, Hannah y yo fuimos de compras con Maelyn a Perimeter Mall. Nos recorrimos todas las tiendas de basic white girl y comimos en Chick-Fil-A. A mí se me ocurrió entrar a Zara para ver si había algo interesante. Sí, lo había, y el collar del que me enamoré valía de 40$ (que serían seguramente 60 con los impuestos). Ya entiendo porque Amancio es tan rico.
Salimos del centro comercial a las cuatro, pero no llegamos a casa hasta una hora después por culpa del tráfico. Como siempre, yo me dormí en el coche. Estuve vagueando hasta las 7.30, cuando Mae vino otra vez a por mí para ir a Youth. Era bastante triste porque la única que estaba allí Annie, ya que Emma se había ido hacía poco y el resto no lo sabían porque Chris, nuestro Youth leader, habí avisado con solo una hora de antelación. Algo después llegaron los Sjogren- Jarod, Kaleb y Kinzy. Las tres nos pusimos a jugar al billar, y como siempre Annie ganó, aunque fue por poco. Creo que lo más divertido fue lanzar galletas María unos a los otros mientras alguien gravaba en slow motion- hay prueba de eso en mi Instagram.
Con Annie y Maelyn. No sé que voy a hacer sin ellas... |
Hoy llega una de las tías de Hannah con uno de los gemelos y nos vamos a ir a la granja mañana, así que tenéis suerte y os libráis de mí por un rato. Espero publicar algún día antes de volverme a España pero voy a estar bastante liada y lo de trasnochar para escribir acaba pasando factura. Nos vemos sometime soon.
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