lunes, 20 de octubre de 2014

Two homes are better than one. (+76)

 Al final la tormenta del martes no fue tan mala (se nota que aquí no saben lo que es un temporal de verdad), y el tornado se quedó en la alerta. Echo de menos la lluvia constante, el sonido al caer contra el cristal, el placer cuando la escuchas y estás metido en cama. Echo de menos el ruido de viento filtrándose por cualquier espacio posible y haciendo que las puertas se cierren de golpe. Echo de menos las tormentas de verdad, las que hacen que las olas lleguen hasta el instituto y todo tenga olor a mar. 

 El miércoles los sophomore (equivalente a 4° de eso) tuvieron el PSAT, un examen que las universidades tienen en cuenta o algo así, la verdad es que no me enteré muy bien de que iba la cosa. Estuvieron haciéndolo hasta la hora de comer, así que la mitad de los pasillos del instituto estaban cerrados y tuvimos que estar moviéndonos de una clase a otra sin saber muy bien a donde ir. Además, los seniors (2º de Bachiller) tuvieron una excursión a Medieval Times, así que ninguna de las clases del día fue normal. 


Foto en Oceanografía, para que se note lo acompañados que estábamos los juniors.


 El resto de la semana transcurrió con normalidad. Tuvimos GSA, soccer y poco más. Cada día estoy más segura de que el sistema educativo americano tiene muchas cosas buenas (también malas, eh) de las que deberíamos tomar ejemplo. ¡A ver que profesor se arriesga a tener acuarios de acuoponía en una clase!


GSA.



  El sábado tuvimos uno de esos partidos de soccer que te sacan la vida, de los que te hacen levantarte a las 7 a pesar de que sea fin de semana. A las 8.30 estábamos en el GSA Field, que de campo de fútbol solo tenía lo de campo. La hierba estaba empapada, no había gradas y cuando empezó a dar el sol estábamos a medio morir, las líneas no se veían... Y, no vamos a negarlo, jugamos de pena. Perdimos 1-0, primera derrota de la temporada. 


Las botas quedaron limpiñas, como podéis ver.


 Por la tarde fuimos Lee, Angie, Tiffany y yo al North Dekalb Mall, un centro comercial creado en 1965, a pintar cerámica. Las más de tres horas que estuvimos creando arte se pasaron volando, entre comentarios malvados y risas. 




 El domingo, ay, ¡el domingo! Ese mañana volví a Boiro, aunque solo fuera por unas horas. Me desperté a las 9 (sigue siendo imposible dormir mucho más a no ser que esté enferma), y a las 10 ya estábamos todos listos para celebrar el cumpleaños de Sabela y Manu. De verdad, a pesar de estar tan lejos, me sentí en casa, sentí estar celebrando el doble cumpleaños de mi hermana y mi primo como año tras año. 
 Porque, a pesar de todo, hay cosas que no cambian. Papá, Vicente, Sabela, Manu, Carlos y Celia se siguen yendo lanzados a ver al Boiro; Carlos sigue siendo un pesado y metiendo la cabeza (literalmente) donde no le llaman; Sandra sigue siendo la persona más sentimental que conozco, y los que tiran a Bico de Mar siguen racionando las palabras. Las abuelas siguen empezando a hablar en castellano y acaban hablando en gallego de los temas más irrelevantes posibles, y el abuelo sigue preocupándome de que no me falte nada y que encuentre cosas decentes que comer. La madrina sigue haciendo sus comentarios peliculeros, y tatá sigue empeñada en que hable inglés. Marta, de ti no me olvido; sigues tan fea como siempre. Y mamá, mamá sigue siendo mi madre, ¿qué se puede decir de una madre que no se pueda sentir? 
 Estoy tan contenta de pertenecer a esta familia, con sus extraños lazos y sus extrañas costumbres. Estoy contenta, orgullosa, y muchas más cosas que no se pueden expresar más que con gestos. Y, venga, ¿quién hace una operación quirúrgica a pequeña escala por Skype para darle el gusto a la americana, y quién se deja operar porque a Julia le hace ilusión (y porque el dolor le está matando, de paso)? 
 Por un momento, volví a Boiro, volví a mi hogar. Por primera vez no sentí nostalgia por ello, por estar tan lejos cuando solo querría estar presente en una de las comidas en las que el café se alarga horas. Supongo que eso significa que aquí también me siento como en casa, mucho más de lo que creía.

 Diez minutos después de cortar la conexión Galicia-Georgia, salimos a toda prisa a Livsey, porque teníamos otro partido. Esta vez arreglamos lo del día anterior y ganamos 8-1. ¡Go Tysa!

Qué bonito el momento en el que se refieren a ti como hermana aunque entrases a sus vidas hace apenas dos meses.

  Los lunes, lunes son, siempre igual de rutinarios en lo que se refiere al instituto. Por la tarde fuimos a comprar los disfraces para la fiesta de disfraces que tenemos el sábado en casa de Raquel, otra de las becadas. Como llevo diciendo desde hace semanas, Halloween es un evento enorme, se siente y se presiente en cualquier lugar. 


Venta de calabazas de camino al instituto.

 Esta semana y la que viene van a ser muy, muy liadas. Más que lo habitual, y ya es decir. Espero poder actualizar por lo menos una vez, ¡lo más americano de Estados Unidos se acerca! 

See y'all soon! 



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