Sí, soy consciente que a veces puedo ser demasiado "sociable" y efusiva. Pero es algo que me sale solo, se me hace imposible no saludar a la gente. Que sí, que hola, que me llamo Julia, que no te conozco de nada pero es placer conocerte y que no-se-me-va.
Quedan 66 días (dos meses y poco), para irnos a los States. El tiempo pasa y no nos damos ni cuenta.
Parecía ayer cuando recibimos un mail diciendo que el 28 de Mayo nos íbamos a la Embajada americana en Madrid, y, de repente, el día llega y no eres consciente, porque que hace nada faltaban semanas.
28 de Mayo, pues. Toca madrugón- a las 8 teníamos que estar delante del mostrador de Iberia-. Que pena me dieron los de Vigo u Ourense, que a las 5 estaban en pie... Como podéis imaginar, teníamos todos unas considerables caras de sobados.
Nada más llegar a la Nueva Terminal, a las 7.40, ya había bastantes becados. Entonces, empezaron los saludos a los que conocía del grupo de Whatsapp o de las quedadas y a los que no me sonaban de nada. Con decir que me presenté sin querer a una chica de la organización os lo digo todo... En fin, momentos fail hubo bastantes.
Pasamos los controles y subimos al avión. Después de 55 minutos más o menos de palique, aterrizamos en el aeropuerto Adolfo Suárez Madrid- Barajas, que menudo nombre, vaya.
Una vez allí, nos dividieron en dos grupos: el 1, de 50 becados, que iría en un autobús, y el 2, de 25, que iría en otro. El trayecto se hizo ameno, entre tanto selfie y tanta risa. No sé, era como si nos conociésemos de siempre. Al fin y al cabo, cosas como esta acaban uniendo, porque muy poca gente puede entender realmente cómo te sientes en situaciones tan drásticas, espectaculares, raras e irreales como esta.
Mientras los del grupo 1 fuimos a la Embajada, el 2 fue a comer a un restaurante-brasería argentino, que estaba a la vuelta de la esquina o poco más.
Nada más llegar a la Embassy, nos pusieron en fila contra la pared- que suena muy mal, pero no es lo que parece- y nos mandaron sacarnos los móviles del bolsillo y apagarlos. Los que tenían mochilas, tuvieron que dárselas a unas chicas de la organización que se las llevaron a la sede de la FSL. Y así, con el móvil y pasaporte en la mano, fuimos entrando de dos en dos, pasamos un control riguroso y dejamos los aparatos electrónicos en una especie de consigna. Después, tramitamos el visado. Nada difícil, nos tomaron las huellas, nos mandaron leer un formulario y luego un señor nos hizo individualmente unas preguntas, detrás de un cristal- seguramente antibalas, porque viendo lo maniáticos que son estos americanos...- y hablándonos por un micro. Solo cuatro chorradas, estilo que por qué te vas, que a dónde y etc. Cuando acabamos todos, nos llevaron al hall, donde nos acabamos sentando todos en corros en el suelo, y después de esperar muertos de hambre y cansancio un buen rato, llegaron los del grupo 2. Seguimos esperando como 20 minutos más, y entonces...
¡Llegó el Embajador! El señor es muy agradable, en serio. Nos soltó un discursito que de improvisado tenía más bien poco y después se dirigió a hablar uno por uno con cada uno de los corros que se habían formado, preguntándonos que si ya teníamos familia y demás.
Una vez acabado el encuentro (adjunto foto sacada del Instagram del Embajador, en la que por cierto, yo no salgo), nos fuimos a comer mientras que el resto se quedaban haciendo el papeleo.
Tras un plato de ensaladilla, otro de patatas con filete rebozado- con optativa para vegetarianos/celíacos- y un cono de helado, nos juntamos todos de nuevo y dimos un paseo hasta la sede de la FLS para recoger las mochilas y hacer tiempo hasta las 5.30, que era cuando nos venían a recoger los autobuses para llevarnos a Barajas de vuelta. Después del rodeo y todos con una bolsita de merienda en la mano, subimos a los buses y nos fuimos.
Raquel, Carmen, Elba, Ana Calvo y yo.
Con Violeta y Carlos.
Elba, Candela, Estela, Javier y yo en el bus hacia Barajas.
Al llegar allí, nos remarcaron lo importante que era que no perdiésemos el papel del visado, y nos dejaron una hora libre. Nos dividimos en subgrupos, algo así como tribus, y cada uno se fue por un lado. Nosotros, posturitas a tope, fuimos derechos al Starbucks, para acabar con el antojo general de frapé.
Adri, Javi Fernández, Violeta, Candela, Estela, María, Raquel, Javier, Raquel, Elba y yo.
María, Candela, Estela, Violeta, Adri, yo, Elba, Borja, Carlos García, Elba, Eva, Carlos Fernández, Javier, Martina y Noa.
Selfie con Eva.
Cuando dieron las 7.10, nos echamos a correr hacia la puerta de embarque J40, y de ahí al avión.
Es una lástima que esta foto no se vea bien, porque está sacada con las azafatas que saludan al entrar al avión. 😂
55 minutos- y un Victor que se pasó el viaje hablando de sus ganas de ver al Congo Dominicano esa noche- después, estábamos en Galicia.
Y nada, el resto ya fueron besos, abrazos y no-pasa-nada-que-en-un-mes-nos-vemos.
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