Hora: 09:13.
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¡Buenas noches! Os escribo desde mi hogar los próximos diez meses. Es mi tercer día en Estados Unidos y por fin he encontrado un momento para publicar algo nuevo. Pero, sin exagerar, estos días no he tenido apenas tiempo.
El 5 de agosto dejábamos Galicia (yo lo hice sobre la 13:30 desde A Coruña) para dirigirnos a Madrid, donde cogimos, a las 18.30, un vuelo eterno hasta NY, la ciudad que nunca duerme. Las nueve horas que pasamos volando sobre el Atlántico las pasé entre momentos en los que me quedaba dormida con una manta de Iberia sobre la cabeza, hablaba con alguien y cenábamos y merendábamos una comida de avión que no estaba mal. Cuando aterrizamos, sobre las 9 hora local, fui cuando comencé a procesar que estaba en América. Y digo que empecé porque para mi fue como si me marchara una semana a Holanda, Dinamarca o que sé yo.
Pasamos la noche en el hotel Double Tree by Hilton Hotel, en NJ. Llegamos tarde aunque no haya mucha distancia. Nos esperaba un sucedáneo de pasta con pollo y unas galletas enormes que justifican la obesidad en Norteamérica. Después de que nos dieran las habitaciones y una especie de trajetitas donde ponía nuestro nombre, dirección del hotel y color del equipo en el que estaríamos mañana, nos subimos arriba. Y entre Pintos y Valdemoros, lo que viene siendo encontrar la habitación, deshacer las maletas, ducharnos, pintar la mona y etc., apagamos las luces sobre las 3 de la mañana. Cabe decir que Elba y Estela quedaron viendo la tele y yo acabé sobada sin querer. A la mañana siguiente, nos levantamos sobre las 7.
Desayunamos cerca de la piscina, en una especie de terraza impresionante. Bacon, huevos revueltos, cereales de azúcar de colores... were are in the US now! Menos mal que había café y fruta, porque de haber estado el chef Ramsay habría huido asqueado de la cantidad de grasa y aceite que tenía todo. Lo peor, y algo que creo que debo ir asumiendo, es que NO HAY PAN.
Cuando acabamos, subimos a las habitaciones y nos encontramos con Raquel, una sevillana que trabaja en la CIEE y que fue quien nos dio la charla en la Entrega de Credenciales. Se convirtió en la mala-malísima una vez que comenzó a mandar a todas las niñas a cambiarse los shorts porque eran demasiado cortos, aunque hubo alguna que safó.
A las 8.45, empezó la tortura. Una reunión idéntica a las que habíamos tenido en España a la que solo añadieron un vídeo sobre el acoso con la familia. Bastante trágico.
Salimos de allí resoplando de felicidad y nos metimos, por grupos, en distintas habitaciones para hacer unos juegos sobre pedir ayuda, diferencias culturales y demás.
A las 12 nos dieron unos bocadillos de Subway que a parte de a Candela, dudo que le gustaran a mucha gente. Y tras comérnoslos en un bus, llegamos, por fin, a la gran manzana.
En la derecha, foto de la ciudad desde el autobús.
Lo primero que hicimos fue subir al Empire State. Las vistas copensan los 6-7 pisos que hay que subir a pata. Estuvimos allí no más de 30 min, y luego bajamos a la carrera hasta una tienda de souvenirs en la calle siguiente. Nos dejaron un rato libre para las compras y de nuevo al bus. Pasamos por delante de Times Square, pero no tuvimos tiempo de verla en persona.
Foto sacada desde lo alto del Empire State.
Sinceramente, mi parte favorita del viaje fue cuando por fin nos juntamos los estudiantes de todos los grupos y países para ir a hacer una ruta por el Río Hudson, desde donde sacamos un millón de fotos y vimos en Skyline y la Estatua de la Libertad.
Un par de fotos de la travesía.
No tengo ni idea de cuando tiempo estuvimos a bordo, pero volvimos a Times Square, para cenar en un bufett con, ¡sorpresa!, más comida grasienta. Menos mal que la lechuga y la cebolla son internacionales, y que las galletas estaban riquísimas.
Volvimos al hotel de mala gana, todos teníamos ganas de más NY, pero en lugar de eso tuvimos otra divertidísima reunión. Bueno, por lo menos dijeron cosas nuevas, tampoco se puede mentir. Empezaron a repartir pasaportes, informaciones de vuelo y unas etiquetitas rosas para colgar en la maleta, en las que ponía la hora a la que nos marchábamos. En un primer momento, estaba contentísima porque me iba a las 6, que no es mala hora. Pero entonces Elba y Estela dijeron que se iban a las 4, Javier y Sofi también, Carlos y Borja a las 3, Eva a las 5... Y me di cuenta que a pesar de coger un avión con 5 niñas más con las que me llevo genial a las 6, me quedaba sola. Definitivamente, me caí de la burra de la peor forma posible.
Con Ecuador en el hall. En la foto, Gema, Carolina, yo y Javi representando a las becas. |
A las 4 empezó la tortura. Eva y yo nos quedamos solas y subimos a todo tren a la planta 8. Yo aproveché para ducharme y preparar la maleta, y a las 5 fue el último adiós. Estaba acabada. Pocas veces que alguien se fuera me había hecho tanto daño.
Llegaron las 6 y las 5 de Georgia estábamos abajo. Para desayunar: una botella de agua, magdalenas de arándanos pasables, barritas de muesli y plátanos verdes. Delicioso, oye.
Desde entonces todo pasó muy rápido. Nos marchamos en un bus a Newark bastantes becados, aunque luego cada subgrupo bajó en su terminal. El avión con destino a ATL salía a las 9, y el vuelo duró dos horas que me pasé durmiendo.
Caminamos nerviosas por un aeropuerto infinito, y yo con la maleta rota para hacer más gracia. Allí me estaban esperando Angelina, mi host sister, y David, mi host father, junto con Tonya, la coordinadora local, aunque de ella ya os hablaré más adelante.
Nos subimos en el coche y en cosa de 30-40 minutos llegamos a Tucker, mi destino. Fui a la habitación, donde tenían una cesta de regalos para mí, y yo aproveché para deshacer la maleta con Angie y les di mis regalos. Creo que a los padres les hizo muchísima ilusión la baraja española, porque juegan los sábados a las cartas con unos amigos. Cuando acabé, comimos raviolis y a las 3 fui a mi habitación un rato para descansar. La risa viene cuando me despierta Lee, mi host mother, a la mañana siguiente. Creo que estaban asustados de que pudiera haber dormido tantas horas, porque eran las 6.45 de la mañana en aquel momento. Fui a desayunar con Lee y David mientras hablamos de mis asignaturas, clubs, soccer... y a las 7.30 Tonya me vino a recoger para ir a hacer unos papeles al hospital. Estuvimos esperando 6 horas, por si alguien tiene queja aún de la sanidad española. Y una vez en Tucker, Lee me inscribió en fútbol y me explicaron todas las normas de la casa. Después, fuimos a cenar a un bar al centro y probé unas judías fritas que estaban de muerte. A la vuelta, Angie y yo fuimos con David a pasear a Coco, el perro.
La camiseta que me regalaron en la cesta.
Fotos varias de Tucker.
Por la noche, me quedé sobada en el sofá mientras Lee, Angie y yo veíamos Teen Mum. Esta mañana, me he despertado a la 9.45 muerta de calor, he desayunado, y bueno, aquí estoy. ¡Más feliz que una perdiz!
Esta mañana iremos al súper a comprar cosas para el instituto, que empieza el lunes, y a la noche vienen las amigas de Angie a ver una peli. Todo muy ajetreado, como veis, ajaja.
Espero que todo vaya bien por Boiro,
muchos besiños.
See you!
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