lunes, 10 de noviembre de 2014

Fall's the best (+97).


I thought my home was in Spain; now I realize my heart is broken in two, and each half belongs to one part of the ocean.



 Esta semana pasó sin sobresaltos, deslizándose lentamente entre mis dedos, sin a penas sentirla. El cansancio se ha adueñado de mi cuerpo y no soy capaz de sacármelo de encima, a pesar de llevar dos semanas luchando contra él. Todos los días me acosté pasadas las 11.30, y más de uno me levanté antes de las 6 para seguir haciendo los deberes. Porque, es cierto, el instituto es muy fácil. Lo malo viene después, cuando llegas muerta a casa y descansas un poco después de siete horas de no hacer nada pero sentir que haces mucho. No te das cuenta de qué hora es hasta media tarde, y, entonces, toca cenar. Así que, entre pitos y flautas, acabas haciendo tu tonelada de deberes a las 7. 
 También hubo cosas que valieron la pena. Tras tres meses aquí, por primera vez hicimos Skype entre becados. O sea, que individualmente ya habíamos hablado pero nunca non habíamos podido juntar Javi, Estela, Elba, Adrián y yo. Y valió la pena. En el momento en el que cada uno trae a sus host siblings para que conozcan a sus amigos en Illinois, Michigan, Texas y Washington, te das cuenta de que algo estás haciendo bien.





 Siguiendo con el tema, ¡ya son tres meses! Sigo sin hacerme a la idea. Es difícil de explicar. Por una parte parece que ayer estaba gritando en NY a Javi, Estela y Elba porque me habían despertado diciendo que el vuelo se me adelantaba tres horas y al final salía corriendo de la habitación para decirles adiós y llorar por primera vez por una despedida; pero por otra, tengo tanta confianza y una vida tan establecida aquí que parece que lleve años. Me asusta, no lo niego, porque lo que decían de que en menos de lo que te das cuenta para un año es cierto. Me niego a llevar aquí tres meses; como dice Estela, "cala, que eu aquí solo levo unha semana". Es duro, ¿sabes?, muy duro. Duro querer volver a casa y darte cuenta de que ahora tienes dos hogares. No me imagino que haré cuando me toque irme, lo que no quiere decir que no vaya a querer regresar.

 Este fin de semana volvimos a Clayton, en el norte de Georgia. Nos fuimos el viernes poco después del mediodía, así que perdimos la última clase. Habíamos empaquetado la noche anterior, pero aunque en teoría sólo tendríamos que ir a casa a recoger a Lee y Emma, nos liamos muchísimo y salimos de Tucker cerca de las tres.
 Teniendo en cuenta que soy una car sleeper y nada más subir al coche me quedo dormida, recobré la conciencia tras una hora y poco de viaje, tal y como me había pasado la última vez. Me despertaron al llegar al Farmers Market, pero después de comprar me volví a dormir. 
 Nos quedamos despiertas hasta tarde jugando a Charades, el típico juego en el que tienes que representar una película, libro, lugar, etc. sin hablar y alguien lo tiene que adivinar. 




 El sábado nos levantamos, tuvimos un brunch y nos preparamos. Bajamos hasta el centro del pueblo y curioseamos varias tiendas. Aquí se toman muy enserio la Navidad, ya lo he dicho, pero es que estamos en pleno otoño y las ciudades están decoradas y todo el mundo está empezando a comprar los regalos. 
 Luego, fuimos a Highlands, North Carolina, a pasar el día. No sé si ya había comentado algo sobre el pueblo, pero es un pequeño sitio turístico, al que suelen ir de vacaciones la gente rica blanca- y digo blanca porque a mí me lo aclararon también- .De camino paramos en el mirador del Chattanoochee National Forest. Os juro que no supe lo que es el otoño hasta que llegué aquí, y amenaza con convertirse en mi estación favorita. Los colores, el olor a calabaza, los jerseys de lana... Todo crea un ambiente perfecto, simplemente perturbado por los cambios de temperatura. Y bien, si un día hace una media de 8ºC, al día siguiente podemos estar en los 20. 





Con Emma y Angie.
 Esa tarde volvimos pronto, y nos quedamos solas en casa Angelina, Lee y yo, porque Emma y David se fueron de vuelta a Atlanta- aunque volvieron a casa para dormir- a un concierto de Aretha Frankling. Nosotras estuvimos viendo Avatar y poco más. Yo estaba tan cansada que me fui la primera para cama, a ver si así aprovechaba y podía descansar.

 El domingo recogimos todo y nos pusimos de vuelta a Tucker. Mi host family tiene una serie de tradiciones cada vez que vienen aquí que tienen que cumplir sí o sí. Lo primero de todo es parar en la tienda de antigüedades, dar un par de vueltas por dentro, sacar algunas fotos por fuera e irnos sin comprar nada. Después, ir a un mercado de segunda mano en Clayton, comprar cuatro tonterías pero mirar absolutamente todo y volver a meternos en la furgoneta, más contentos que si fuera la mañana de Navidad. 


Coolest place ever.

  Esta vez, más que nada porque estaba yo, paramos en Tallulah Gorge, un cañón en los Apalaches. 
El cañón tiene cerca de 3 km. de ancho y 300 m. de alto. Está atravesado por el río Tallulah, que da origen a cataratas y al Lago Burton.
En 1883 y 1970, dos valientes se atrevieron a cruzarlo caminando sobre una cuerda floja, haciendo aparición en el Libro Guiness de los récords.





 Por último, parar en cualquier sitio de comida rápida de camino, y conducir en casi silencio absoluto hasta casa. 
 Al llegar, deshicimos todo y nos preparamos para ir a coro. No nos quedamos a Youth porque yo tenía que hacer todos los deberes y Angie está castigada.

 Hoy publico un poco antes porque mi estómago se niega a funcionar de manera normal. Yo, personalmente, culpo a los cambios de temperatura. Pero eso, que estoy en casa y espero no morirme de esto. Esta semana entrante vuelve a ser ocupada, para variar. El jueves por la tarde tenemos un partido de soccer y el fin de semana jugamos un torneo. Con decir que el partido del domingo es a las 8 de la mañana y nos lleva una hora llegar... creo que digo todo.

 Y llevando aquí casi tres meses y una semana, me despido hasta el lunes que viene.
See you!




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