viernes, 5 de septiembre de 2014

Labor day weekend.

Ubicación actual: Lakeside High School. Computer Lab, room 2211.
Hora: 13.00, 5th period.
Temperatura: Imposible de adivinar, el aire acondicionado crea su propio clima dentro del instituto. Puede que haga sol, puede que llueva, pero no hay ventanas para comprobarlo.

Humedad:demasiada.

 ¡Buenas tardes! Llego tarde, pero llego. No es un error ni pereza, todo tiene su explicación. Hoy publico dos entradas como celebración de mi primer mes. Pero bueno, aquí os dejo mis aventuras durante esta semana (fin de semana, mejor dicho). Espero que os guste y que os sea leve, pues peca de larga. 
 Y tras esta aclaración, un besiño desde el otro lado del mar.



Foto random en uno de los baños
del instituto.
 El jueves por la tarde, tuvimos, como siempre, GSA y después soccer. En mi vida me había imaginado que me podría llenar tanto, pero lo hace y, ¡caramba!, si no. Ahora entiendo porque tanta y tanta gente juega al fútbol y porque lo pintan como maravilloso. Simplemente, me arrepiento de no haberme planteado apuntarme antes, cuántos años desperdiciados empeñada en que solo consistía en correr detrás de un balón y tratar de meterlo entre unos pocos palos. Y como motivo de consuelo, no soy tan mala como esperaba, ni la única que empieza este año. 
 Cuando volvimos a casa, hechas polvo, nos pusimos con los deberes y preparamos con la maleta. ¿Qué por qué? El lunes sería Labor Day, el día del trabajo, y aprovechamos para ir a pasar el fin de semana a una casa en las montañas al norte de Atlanta.

 El viernes, en teoría, teníamos que estar a las 7.20 en el instituto. Y aunque nunca nos retrasamos y siempre estamos allí mucho antes de que toque el timbre, ley de Murphy: «Si algo puede salir mal, saldrá mal». Llegamos tarde al FLS, FLA o algo así, un club de atletas cristianos para el que no tienes que ser atleta. La sala de orquestas, que es donde se celebran las reuniones, estaba llenísima, y no por devoción: daban donuts para desayunar.
Dedicatoria especial de los miembros del club.
 A las 2, David vino a buscarnos. Fuimos a casa a recoger todo y a cambiar las cajas de arena de los gatos y a coger al perro, que se le había olvidado. Y, de nuevo, «Si algo puede salir mal, saldrá mal». Nada más abrir la puerta, una de las gatas salió corriendo a fuera y nadie consiguió atraparla de nuevo. Nos metimos en el coche, con la idea de que Emma podría ir a recogerla por la tarde y hacerla entrar a la casa, pero al llegar a la escuela donde trabaja Lee, ella se empeñó en volver y hacerlo. Así que al final nos vamos mucho más tarde de lo previsto.
 Se está convirtiendo en costumbre lo de quedarme dormida nada más meterme en el coche, y ese día no fue para menos. Me despertaron cuando casi habíamos llegado a nuestro destino, porque paramos en una graja que tiene también una tienda para vender sus productos. 










Nuestra casa durante las vacaciones.
Y con el maletero un poco más lleno, seguimos hasta llegar a Clayton, GA. Alquilamos unas pelis y subimos a casa. ¡Qué sensación de estar en Galicia! Árboles, árboles y más árboles. Caminos de gravilla, piedras, que ascienden por el monte. Olor a tierra mojada, olor a lluvia reciente, olor a hogar. 
 La casa es enorme. Me imaginaba una cabañita, pero de cabaña no tiene nada a parte de las paredes de madera. TIffany y Sean ya estaban allí y habían preparado un chili fuerte y cargado que no me dejó pegar ojo en toda la noche. 
 Nos pasamos un rato en el porque, observando la nada y matando bichos del tamaño de mi dedo gordo. Y estamos en esas cuando a David se le antoja tomarse un café cuando la ley aparece de nuevo: no hay filtros. Menos mal que los americanos sí que saben y el Walmart abre 24 horas al día. Y, como si fueran las 10 de la mañana en lugar de las de la noche, cogemos el coche y bajamos al pueblo. Lo malo fue que en lugar de llevarnos quince minutos, nos llevó dos horas, porque Angie necesitaba un bikini para el día siguiente y no se decidía. 
 Cinco minutos pasada la medianoche, volvimos, nos metimos en cama (el pijama lo teníamos puesto desde antes de habernos ido al supermercado) y nada más apagar la luz y poco después el ruidoso ventilador, nos quedamos dormidas.


Observamiento de estrellas en familia antes de necesitar filtros de café.

 Pocas veces me lo había pasado tan bien como el sábado. Sobre las 10 tomamos un brunch, y a las 11.50 llegan Emma y Kevin (su marido), que se habían retrasado casi una hora por que se habían equivocado de Clayton, Georgia, y habían seguido conduciendo hacia el norte. 
 Listos y en amor y compañía, bajamos al Lago Burton, donde teníamos reservado un barco. A David le costó un poco conducirlo fuera del embarcadero, pero en seguida le cogió el tranganillo y pudimos ponernos con lo que habíamos ido a hacer: tubing. El deporte, juego, o como queráis definirlo, es muy parecido al esquí acuático, pero en lugar de los esquís se usa un flotador. 
 Hizo calor, llovió, hizo más calor y estalló una tormenta; nos reímos, dormimos la siesta, comimos snaks y nos seguimos riendo de las caídas y caras de los que estaban siendo remolcados. Una tarde entretenida, sí.
 Por la noche, Kevin me enseña a jugar al poker y echamos todos juntos unas partidas. Angie y yo dormimos en los sofás (aunque antes vimos Ender's Game) para que Emma y Kevin pudieran dormir juntos en las camas de arriba. 







Siestas oficiales.



 El domingo fuimos a Highlands, Carolina del Norte, y de camino paramos en una especie de mercadillo de garaje enorme, donde te podías encontrar desde botas de cowboy hasta una versión en vídeo de Lo que el viento se llevó (y no, resistí a la tentación y no la compré).



'Camina por el césped y atente a las consecuencias'.


David y su amigo el oso.


 Lo que viene siendo el pueblo es pequeño, un sitio diseñado para turistas del que no pude disfrutar por todo el cansancio que llevaba encima. Pero, qué se le va a hacer, si llevo sin tener un sueño reparador desde Julio.


Vistas desde un mirador de carretera a la entrada de NC.



 Emma y Kevin se fueron pronto, porque al día siguiente daban una fiesta en la piscina, así que David, Lee, Angie, Tiffany, Sean y yo nos dedicamos a hacer una hoguera con madera húmeda que ni un experto habría podido superar. ¡E hicimos s'mores! De verdad, qué cosa tan rica. Mucha ciencia no tiene, es tan fácil como meter entre dos crakers con una chocolatina en el medio una nube chamuscada. De diez (u once).



Lee demostrando que fue lider de las girlscouts.


 El lunes 1 de septiembre, Labor Day, fuimos al Mall of Georgia. Es el centro comercial más grande del estado, y no compré absolutamente NADA. Me duele decirlo, de verdad, pero es que los americanos mucho gusto no es que tengan. Y está bien, por que nadie te juzga por lo que vistas, pero, ¡Zara, ven a mí! Supongo que con decir que casi me echo a llorar de alegría al ver H&M, una tienda que en España odiaría, os dais cuenta de mi desesperación por encontrar algo que ponerme.





 Martes, miércoles, jueves. Pasaron sin apenas verlos, sin soccer, que se cancelara por lluvia; sin deberes apenas; sin ganas de moverme del sofá de lo cansada que estaba; sin ganas de irme pero con ganas de volver. Fueron días sosos, pero necesarios: de haber tenido que seguir con el ajetreo anterior, habría acabado deshecha.
 Ha habido detalles de esos que marcan la diferecia. Ha llegado mi uniforme de soccer, cada vez estoy más unida con mi host family; hoy he ido a hablar con la profesora del club de español y está encantada de que quiera participar (por fin empiezo a comportarme como una e m b a j a d o r a d e G a l i c i a. Y no, no es un club de hispanos o de gente que hable castellano, es solo para estudiantes con una A en la asignatura, por lo que voy a ser la jefa. Y también se hace Community Service, que viene que ni pintado porque necesito las horas.

 Hoy, por fin es viernes. Un mes, pero de eso hablaré en la siguiente entrada.

See you!




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