lunes, 26 de enero de 2015

St. Augustine, FL. (+174, -140)

 ¡Feliz lunes, blogosfera! Preparaos para leer un post bastante completito, porque la verdad es que tengo tanto que decir y tantas ganas de hacerlo que me pienso sumir en detalles. Empiezo directamente con el viernes, porque me pasé la semana en casa con un catarro terrible. Me alegro muchísimo de que no fuera la gripe, porque por un momento me replanteé el no ir a Florida. Que bien que al final decidiera que aunque no pudiera ni moverme sin que me estallara la cabeza iría, porque fue la mejor decisión que he tomado en los últimos tiempos. 


Lo siento, pero era necesaria una foto de mi trabajo de Literatura.

  
 David vino a buscarnos a las 2.30, y aunque me dio rabia perderme el Pep Rally- sobre todo porque hoy mis amigas me contaron que una animadora que metió un golpe tremendo tratando de hacer una pirueta-, me alegraba irme de una vez. Habíamos quedado en el Chick-fil-a de Tucker, que está relativamente cerca de Lakeside. Cuando yo llegué, Llarina ya estaba allí, y poco después llegó Ichi- completando el trío calavera de las becas en Atlanta- y Lucía, una niña madrileña que habíamos conocido en la fiesta de Navidad de CIEE. Comimos y nos empezamos a poner el día del millón de cosas que llevábamos sin contarnos, hasta que llegó Tonya, mi coordinadora local, y nos metimos en la furgoneta, listos para seis horas y pico de viaje.                                                

The party van.
 Me gustaría decir que en una furgoneta de 16 no caben realmente 16, y menos aún si se nos da por meter a cuatro personas en una fila de asientos de tres, y menos aún si estamos en modo fiesta y hay cinco españoles que llevan sin ella desde agosto o incluso antes.
 Música a tope, altavoces del alemán incluidos, y muchas ganas de los dos días que nos venían por delante, el camino se pasó bastante rápido. Paramos muchas, muchas veces (de hecho tenéis la foto con Llari como prueba), cosa que estuvo bien porque conocimos al resto de exchange students mucho antes de medianoche, hora a la que llegamos a St. Augustine. Qué impotencia saber que no podíamos elegir con quien íbamos a estar en las habitaciones, y que al día siguiente nos tuviéramos que poner una camiseta de CIEE que parecía sacada de un anuncio de Navidad. 
 A mí me tocó con María, una niña de Madrid, y Clara, una alemana. Además, la segunda noche vendría otra Julia, mejor amiga de la madrileña, que está viviendo en la ciudad.
 Ay, Clarita, os juro que no me podría haber tocado una mejor room mate. Qué encanto y qué todo. Lo único que lamento es que este no esté siendo el año de su vida, pues nos confesó que se lo pasó mejor en una semana que estuvo de intercambio en Vallecas que en el casi medio año que lleva en Atlanta.
 Nos acabamos yendo a cama a las dos y bastante, y la mañana del sábado la alarma sonó a las ocho en punto. Se suponía que deberíamos bajar a desayunar a las y media, para irnos a las nueve, pero solo era una suposición. En ese lapsus de tiempo, re-conocimos a Natasha. Y digo re-conocer porque nos habíamos presentado a la rusa en una de las gasolineras de camino, pero como vive bastante al Norte e iba en otra furgo nunca había tenido una conversación larga con ella. 

Pinya (my fav Tai), una niña de Malasia y Affy (Filipinas).

Love my Russian more than anybody else!


 El chuchú tren llegó, por fin, a las 10, y nos dió un recorrido por todo San Agustín. Para los que no tengáis mucha idea, os hago uno de esos resúmenes cortos que nunca son cortos, o que lo son demasiado: fue la primera colonia Española en Norte América, fundada por Pedro Menéndez en 1565. Si queréis saber algo más, os recomiendo hacer click aquí. No sé cuanto duró ni qué dijeron, porque estaba demasiado ocupada hablando con Natasha y el resto de estudiantes de intercambio, pero en mi vida había visto tantas banderas españolas juntas.

El hotel.


Flagler College, la universidad privada con más renombre de la zona.

 Tras el tour, nos dividimos en grupos. Nosotros dimos una vuelta por la zona peatonal- ¡sí, por fin una ciudad americana en la que se puede caminar sin miedo a ser atropellada!-, entramos en varias tiendas y nos fuimos a comer. Cuando acabamos, nos dieron un montón de monumentos importantes que podíamos visitar, como el Castillo de San Marcos, pero- no me preguntéis cómo- acabamos por ir a una fábrica de chocolate. Los mejores 5$ que he gastado nunca.

The Spaniard Squad.




 A las cuatro y pico nos reunimos en una especie de plaza, porque era hora del Scavenger Hunt, que viene siendo una búsqueda del tesoro. Las reglas eran un poco distintas, pues teníamos que sacar fotos lo más originales posibles en todos los sitios que nos mandaban. 
 En fin, que acabamos tirando de una coordinadora a la que no le apetecía nada andar dando vueltas como locos por ahí, aunque tras la primera foto- cerca del muro de coquina y delante del restaurante que estaba en el auga- se emocionó más que todos nosotros juntos.


Con el soldado del antiguo Hospital Español.
Be the frog.


Treasury Street, que con sus 2'1336 metros es la calle más estrecha del país- aunque yo creo que en Galicia encuentras una que mida la mitad-.

Spice Shop.

The Pirate's museum.

  Cuando acabamos, nos dirigimos a la Taberna del Caballo, donde íbamos a cenar, pero conseguimos escaquearnos a comprar unos cuantos souvenirs. También anunciaron al equipo ganador que fue...*chan, chan, chan*...*redoble de tampores*... ¡El equipo 2, alias nosotros! Saltamos de la mesa y nos pusimos a gritar como locos, yo juraría que la gente se asustó, jajaja. Aunque lo importante es que conseguimos un marco de fotos monísimo en el que ya tengo pensado qué foto voy a poner. 
 Unas cuantas ensaladas César, panes de Barcelona, hamburguesas, brownies y tartas Tresleches después, volvimos al tren para ver un poco la ciudad por la noche. 


Natasha (Rusia), yo, Llarina, Itziar (España), Joao (Brasil) , Lucia Edu, Victoria, Andrea (España), Sirawit (Tailandia), Jaime (España), Ian (Korea del Sur), Andrés (España), y Tony (China).




  Cuando llegamos al hotel, nos largaron a todos a una habitación de conferencias, y nos dividieron entre "gente fiable" y "gente que no es de fiar". El primer grupo podía hablar pero no ver, y el segundo, viceversa. Una vez dadas las normas nos mandaron ordenarnos por edad, cosa que acabó siendo un caos. Cuando nos dimos por vencido, non sentamos en un corro y Tonya empezó a hacer preguntas.
 No os imagináis lo que me dolió oír decir a Clara que en el instituto le habían preguntado más de una vez que porqué no se volvía a Alemania, que no querían a nazis en su país; o a Affy, de Malasia, que nos confesó que le habían dicho si escondía una bomba en su hiyab. Yo que pensaba que era malo que nos preguntaran si España estaba en México o si hablábamos español... Increíble. Me sorprende lo cruel que puede ser la gente. También hubo cosas bonitas, como los que decían que su familia era genial, o que nunca olvidaría a sus amigos estadounidenses. Y también hubo agradecimiento por brindarnos la oportunidad de estar todos juntos, de saber que no estamos solos, y de poder escuchar otra vez tu lengua materna- aunque se burlen de tu acento híper gallego, que yo sigo sin oírme-.
 La reunión acabó pronto, y nos dedicamos a movernos de una habitación a otra, aprendiendo bailes de black people o quejándonos de lo mucho que huele a pies. ¡Que incómodo el momento en el que entramos corriendo en la habitación de Ichi con Andrés, y resultó que Affy estaba sin su velo y saltó- literalmente- de la cama para esconderse de él. Yo me quedé un poco en la habitación con ella, Clara y Pinya, y por fin descubrí de boca de una persona musulmana porqué se cubren el pelo. Lo siento, pero no me creía lo que la gente decía. Estábamos tan tranquilas a ello cuando se escuchó una estampida en el pasillo, porque las coordinadoras estaban chequeando las habitaciones. Acabé metida con una niña alemana en una habitación, armando como complot que solo iba a por mi cargador. Y funcionó, eh.
 Por desgracia nos fuimos a cama pronto, porque yo no me enteré de que la fiesta estaba armada en la otra punta del pasillo. Pero pa' que mentir, sentó bien descansar un poco después de casi una semana sin pegar ojo. 

 Domingo. Siete y media en pie, listas para ir a la playa. Desayuno contundente y allá fuimos. Hacía bastante frío, cosa que no impidió a Natasha llevar leggings o al alemán y a Andrés nadar, pero el resto nos pasamos las dos horas que nos quedaban de felicidad sacando fotos. ¡Qué bien sienta sentir la arena en tus pies o el agua salada escurriéndose entre tus dedos, el olor del mar y el sonido de las olas! Fue una de las mejores mañanas de mi vida, aunque todos teníamos ese sabor amargo del último día en la boca.

я люблю вас сильно-сильно!!!!!!
Selfie brasileiro.

Mailin, Clara y yo.

The squad! Spain-South Korea- Slovaquia- Russia!
Tony (Alemania), Itziar y Llarina, Amanda y Aurora (Fidlandia), yo, Natasha (Rusia), Mailin (Alemania), Sirawit (Tailandia), y Edu (España), 
Best foreign squad ever. 



Pinya, Victoria, Llarina, Clara, Natasha, yo e Ichi. Y bueno, Andrés por el medio.
 Luego, furgoneta de nuevo, pero esta vez más calmada y con parada en Burger King en vez de en Chick-fil-a. Las siete horas se pasaron más despacio, pero casi se agradeció poder sentir que estábamos juntos un poco más. Que sí, no es la última vez- de hecho en dos semanas vamos a jugar al paint ball-, pero se estaba mejor en Florida. 
 Y siempre nos quedará París. O más bien, Sochi, que ya estoy invitada, así como Natasha a Boiro. Creo que es la mejor parte de tener amigos esparcidos por el mundo, jajaja.

 Y ya para despedirnos, os dejo una foto de vuelta a la rutina con Marta a la hora de comer. ¡Muchas gracias por leerme y nos vemos en una semana! 


No hay comentarios:

Publicar un comentario