viernes, 26 de diciembre de 2014

Winter Break, part I. (+143)

 ¡Es increíble que ya estemos en Winter Break! Sigo sintiendo que hace dos días estaba hecha un flan conociendo a Angie y David en el aeropuerto, y quedándome dormida nada más llegar a casa. El tiempo se nos va de las manos. 

Oh, there's no place like home for the holidays.
Cause no matter how far away you roam,
If you want to be happy in a million ways.
For the holidays, you cant beat home, sweet home.




 Mucha gente me pregunta que cómo es la Navidad en América. Bueno, pues es distinto. Como todo, al fin y al cabo. 
 Normalmente, la gente decora las casas después de Acción de Gracias, y justo ahí todo se convierte en rojo y verde, jerseys feos y villancicos. Mi familia se sorprende muchísimo porque me los sé todos, pero es que después de tantos años de Academia cómo para no hacerlo. Lo que me no me gusta nada de nada es que todo esta centrado alrededor del consumismo. A mí no me hace ni gracia tener que comprar un millón de regalos, pero mi host family es enorme- Lee, David, Angie, Tiffany y su novio Sean, Emma y su marido Kevin- y no me queda otra. A parte hay tropecientos intercambios, y Secret Santas, en los que tienes que comprar regalos para alguien que ni siquiera conoces al 100%.
 Me llaman la atención, sobretodo, los pequeños detalles. Por ejemplo, los regalos empiezan a aparecer debajo del árbol a medida que se acerca el día 25, en lugar de ponerlos todos a la vez.
 El sábado fuimos a North Point a acabar de comprar todo, y aunque yo no me encontraba demasiado bien hice un trabajo bastante bueno. El centro comercial está en Alpharetta, una de las zonas más ricas de Atlanta, y es enorme. Mucho más que Marineda City y As Cancelas juntos. Lo que más me gusta es que tiene un carrousel- gigante también- en que no me pude montar por no tener menos de 12 años o un niño al que acompañar.


La tienda de American Girl, que estaba llena de niñas suplicando por unas muñecas que cuestan sobre 100$.


 El domingo por la mañana estuvimos viendo White Christmas. Nunca en mi vida había visto tantas películas navideñas seguidas, pero en esta última semana nos ventilamos How the Grinch stole Christmas, Home Alone, Elf, Arthut Chistmas y puede que alguna más que ya ni me acuerde. Mi favorita sin duda es la del Grinch; parece que el personaje está inspirado en mí, sobre todo cuando come la cebolla cruda como quien come una manzana. 



 A la hora de comer inauguramos definitivamente las vacaciones, porque... *redoble de tambores*... ¡abrí el primer paquete de turrón! Es muy gracioso ver a los americanos probándolo, leyendo los ingredientes y tratando de buscarle un sinónimo estadounidense. Yo tomé un pedazo del blando pero no me siento para ello. El turrón está hecho para comer en familia y si no no sabe a nada.
 Por la tarde tuvimos la fiesta de Youth, que fue en casa de Rebecca. Cenamos nachos y estuvimos hablando un rato mientras que los niños jugaban a videojuegos. Luego hicimos un intercambio de regalos, el 'famoso' White Elephant del que yo oí hablar por primera vez cuando llegué aquí. Cada persona trae algo, se reparten papelitos con números y se van eligiendo un regalo sin saber que es. La gracia está en que el siguiente puede robar lo que quiera que te haya tocado hasta tres veces. Yo me quedé sin unas zapatillas de casa de Stewe, de Padre de Familia, pero coseguí un vaso/tazón/termo que me viene que ni pintado. Acabamos sobre las ocho- como un cumpleaños en 5º de primaria-.
 Olivia dormía en casa, así que aprovechamos para ir a ver luces en las casas. Me decepcionó mucho que casi nadie decore tanto como en las películas, porque aunque dimos vueltas en coche durante casi dos horas las casas espectaculares que encontramos se cuentan con los dedos de las manos. Luego paramos en un Red Box, una especie de expendedor de películas y videojuegos. Seamos realistas, ¿qué son unas vacaciones sin Just Dance?


Muchas no había, pero quien sabe, sabe.


 El lunes me levanté a las 12, que es impresionante teniendo en cuenta lo poco que duermo desde que llegué. El resto del día estuve tirada en el sofá, haciendo el vago, porque Lee y Angie habían salido. Sobre las 8 vino Tiffany y bailamos un poco en la Wii. Por la noche estuvimos Rent, una película basada en un musical de Broadway ambientada en Nueva York en los 80. Es una de las películas favoritas de Lee, porque ella vivió en ahí y llegó a vender sus cuadros en el barrio donde transcurre toda la historia. Del 1 al 10, se merece un sentosenquinse.
 Ah, y también recibí una postal de Sandra. Pequeniña, no sé como lo haces pero al final va a ser cierto que eres medio bruja, porque tus cartas llegan más rápido que el mismo viento. 




 El martes fue otro día de relax. Por la mañana fui a la oficina de correos a enviar unas postales (y así de risas, me gasté 12$ en sellos), y después a Khol's, a acabar de comprar regalos. 
 Por la tarde acabamos de envolver todo y estuvimos de reposo el resto del tiempo. 

 El miércoles por fin fue Nochebuena. Me volví a levantar a las tantas, y a las 3 me puse a hacer Skype con Boiro. Supongo que es hasta romántico, ¿no? Lo de querer estar en familia en  un día tan especial por muy lejos que te encuentres. Pero no seríamos una familia si no me acabara por enfadar con el (las) subnormal de turno y lo pagara con el mundo.
Con mi pexeghiño.

A Cuadrilla de Pepa a Loba.


 A las 6 salimos para ir a cenar a casa de Emma. Nos juntamos sobre 11 personas, y como los padres de su marido son Taiwaneses y todos llevamos algo de comer, fue una comida internacional. Claro está que el turrón y los polvorones causaron fervor. Puede que demasiado, incluso, porque yo comí tanto y me encontraba tan mal que no pude ni ir a la Misa del Gallo. También hicimos un Secret Santa, en el que yo le regalé unos pendientes a Lee y Emma me regaló una tarjeta regalo de Sephora.



 La mañana de Navidad fue el día más feliz de mi vida. Bueno, no, pero os juro que volví a tener 5 años y volvía a ser Reyes y volvía a querer la heladera Famoplay que nunca tuve. Me llovieron los regalos, y algunos fueron tan bonitos que me daban ganas de llorar. No por lo que eran, si no por el significado que tenían detrás. ¡Si hasta me ponían tarjetitas de "Para Julia; de Melchor, Gaspar y Baltasar"!
 Una de las cosas que más me llegó a dentro fue Lo que el viento se llevó en versión original, edición especial por el 70 aniversario. Y David, ¡ay, David! Que cielo de hombre. Hace un par de semanas estuvimos hablando de Stephen King y H.P. Lovecraft, y de la ironía que es que no soporte las películas de miedo pero que me chifle la literatura de terror. También me recomendó a Borges, porque cuando el daba clases de español en la universidad lo leían en versión original y traducido. Yo leí un par de relatos de un libro que él tenía, pero la cabeza casi me estalla y lo dejé muy pronto. Pues bien, dos de mis regalos fueron Classic American Short Stories, un recopilatorio de varios cuentos de miedo, y Ficciones, del escritor Argentino.



Por la tarde me eché una siesta de un par de horas, que sigo sin entender como fui capaz porque a) nunca duermo siestas, y b) esa noche había dormido más de 12 horas. Cuando me desperté, me preparé a toda prisa y empecé a empaquetar para irnos a Ohio, a ver a la familia de Lee. Sobre las seis nos fuimos a cenar a casa de los Peng, los padres de Kevin (el marido de Emma). Gracias a Dios no comí tanto como la noche anterior. Fueron un par de horas muy agradables, si es que esa familia es encantadora y Mr. Peng me trata como a una reina, ¡siempre es súper atento conmigo y me pregunta un montón de cosas sobre España! 


 Pero ya se sabe que las cosas no pueden ser muy bonitas durante mucho tiempo. Poco antes de marcharnos, la hermana de Lee le mandó un mensaje diciendo que su marido estaba muy enfermo y llevaban horas esperando en Urgencias. Estuvimos todos despiertos hasta las tantas, tratando de decidir qué hacer, porque en teoría saldríamos la mañana siguiente a las 5.00 a.m. y dormiríamos en su casa. Al final, como el pobre Jim parece que va a seguir pocho toda esta semana, cancelamos el viaje. La verdad es que me fastidió, porque me moría de ganas de ver nieve, pero esta mañana decidimos que podemos hacer otro viaje cortito.
 Después de barajar varias opciones, como Washingtoni D.C. (que quedó descartado por Lee se hizo daño en la rodilla hace un par de meses y no puede patear mucho); Charleston, en Carolina del Sur; o Panamá Beach, en la parte de Florida que da al Golfo de México, acabamos eligiendo Savannah, en el sur de Georgia.
 ¡Siento no poder confirmaros mucho más, porque no tengo ni idea de que vamos a hacer! Lo poco que sé es que la ciudad es preciosa, muy antigua, con mucha historia y famosa por toda la actividad paranormal y los cementerios que hay en la zona. Y lo más importante, ya tenemos reservado un sitio para poder comer marisco/pescado/algo que no sea pollo
 Ni siquiera estoy segura de si nos vamos mañana, pero os contaré todo en mi próxima entrada. Muchos besos, ¡y feliz año! Os dejo unas pocas fotos de Savannah para que podáis ver lo bonita que es. 

Savannah harbor.
Savannah Beach.

Bonaventure Cemetery.



See you!

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